lunes, 26 de marzo de 2018

Introducción




La multimedia, por su poder estimulante, fácilmente conduce a la impresión de ser un asunto de ejecución, de habilidades y destrezas, sin embargo, no es del todo así. Es verdad que puede ejecutarse con el dominio del software adecuado, o incluso de manera intuitiva, pero el resultado no dejaría de ser mera inspiración, en cuyo caso se alejaría de lo que la multimedia implica: la elaboración de un plan o proyecto. En otras palabras, la multimedia no es inspiración sino diseño. Como tal, debe apoyarse en la claridad de su concepción, actividad que es eminentemente teorética y que se expresa en sus conceptos. 

El diseño de la multimedia se apoya en el bagaje teórico-disciplinario que la conforma, de ahí que su dominio, criterios y gusto, no pueden darse sin acudir a concepciones teóricas, varias de ellas compartidas con el arte, de modo que puede afirmarse, si se permite la expresión, que hay un arte de la multimedia para la que es fundamental el concepto.